Saber decir NO es decir SÍ a otras oportunidades

Seguro nos pasan cosas que reconocemos como "señales" (de Dios, del Universo, del instinto...). En los últimos días leí un par de artículos sobre aprender a decir que no.

Me vino muy oportuno, porque fue cuando recibí una propuesta interesante, diferente a lo que hago siempre. Algo que pintaba a proyección en categorías donde hace años no estoy presente. Cuando supe más de qué se trataba y conocí la logística del trabajo a realizar (número de horas, fechas, horarios, carga laboral, y...honorarios...), supe que NO debía aceptar.

Encontrándome en las últimas semanas de embarazo, el proyecto comenzaría y se desarrollaría justo en las semanas anteriores al parto...y en las posteriores. Esto lo di a conocer y aceptaron mover fechas para ajustarse a mi situación. Aún así requería de mis horas de trabajo hasta 4 días antes de dar a luz y retomar 10 días después del nacimiento. Pero sabía que no debía aceptar. Me significaba mucho esfuerzo físico (aunque no parezca, dar 2 horas de clases online en mi estado de 8 meses de embarazo me deja sin aliento y me obliga a hacer pausas para poder acostarme sobre el lado izquierdo 5 minutos para poder oxigenar y de paso aliviar en algo el dolor de espalda baja). Digamos que hubiera tenido toda la fuerza y no estuviera en etapa de dar a luz. Al final de la negociación los honorarios eran aproximadamente el 25% de las tarifas que manejo con otro tipo de clientes. Solo con ese motivo, lo obvio(?) era decir que no.

Fue un momento raro cuando tuve que declinar la oferta a través de una llamada telefónica. No pensé que la otra parte iba a no comprender mis motivos (que para mí eran muy claros: yo gano más haciendo la cuarta parte del trabajo con otro cliente, y si no es rentable en modo normal es mucho menos rentable hacer un super esfuerzo físico extra). En reiterados momentos mientras le explicaba mis razones me decía que se sorprendía, que no comprendía mi postura...y que para realizar este tipo de trabajo (de empresa privada a empresa privada) no importaba tanto lo económico y sí la convicción de aportar algo a la sociedad.

No voy a negar que me hizo sentir mal. Como si fuera materialista, o como si no sé ver oportunidades, o no sé tener visión cuando se presentan nuevas cosas. Muchas veces uno siente que por conseguir lo que va a venir después, hay que hacer sacrificios, y está bien. Pero hasta cuándo? Hasta qué parte de la carrera? Bajo qué condiciones? Cómo saberlo? Pero desde el inicio "sentí" que debía decir no. Y así me mantuve. Qué bueno haber leído esos artículos antes, porque conociéndome, tal vez hubiera dicho que SÍ "por no quedar mal" (es lo que la otra parte me estaba haciendo sentir en ese momento -que estaba quedando mal-).

Y a los dos días, llegó otro cliente a solicitar mis servicios. Servicios que he facturado por exactamente el mismo valor del proyecto al que me negué, realizando la cuarta parte del trabajo.

Anterior
Anterior

Usa un hashtag personalizado en Instagram e incrementa tus impresiones

Siguiente
Siguiente

El Otro Lado de las Redes Sociales